jueves, 11 de diciembre de 2014

El camino del peregrino.

En el último Congreso Aprendemos Todos, que celebramos en Burgos hace apenas un par de semanas, Jaime Buhigas cerró dos días de aprendizaje, emociones, encuentros, con una metáfora preciosa. Cada uno de nosotros, de nosotras, somos peregrinos, caminantes en busca de nuestro destino. Y como peregrinos que somos, salimos de nuestra casa, dejamos a un lado nuestras comodidades, esa zona de confort, ese territorio seguro y nos ponemos en camino.
 
Vamos andando camino, cada uno a nuestro paso, con un ritmo particular, el nuestro, descansando cuando así lo sentimos, desafiando tormentas, vientos que se niegan a que continúes, calores asfixiantes, disfrutando de noches de luna llena que dan brillo y ponen magia a nuestros sueños, cielos de un azul que emociona, soles que sonrien a nuestro lado, atardeceres que serenan , amaneceres que alientan y animan a continuar, a pesar del cansancio, de la soledad elegida, de la compañía buscada.
 
Y es que nos ponemos en camino, en busca de algo que realmente no tenemos claro...o sí. Nos buscamos a nosotros, nuestra meta es difusa, tan sólo sabemos que ese camino es hacia dentro, que no es otro que aquél que rezaba en el Oráculo de Delfos, que tan sólo y casi nada, donde queremos llegar es ahí: "Conócete a tí mismo"
 
Y en ese caminar, podrás acompañar a más peregrinos, compartir parte del camino con él, con ella, ir a su lado, ajustar el ritmo. Habrá personas con las que elijas estar gran parte de ese camino, otras se alejarán de tí (o tú de ellas) decidirán parar en lugares para ellas maravillosos y que a tí no te dicen mucho, algunas de esas personas volverán a aparecer en tu camino, habrá reencuentros, despedidas, encuentros furtivos, compañías maravillosas.
 
Y recuerda que todas esas personas también están haciendo su camino. Si decides estar con ellas, acompañarlas, respeta sus pasos, encontrad un ritmo cómodo para los dos y que ese tiempo compartido esté marcado por el respeto, el amor y la compasión hacia el otro. Si vas con él, con ella, no juzgues sus pasos, no critiques ni trates de cambiar su ritmo...es el suyo y si sientes que no es el tuyo, que necesitas otro ritmo, continúa. Con gratitud por el tiempo compartido, las experiencias vividas y los pasos que juntos habéis dado hacia tu meta, hacia tí mismo.
 
Quien sabe si volveréis a encontraros en otros amaneceres, en atajos que nunca fueron, en noches de luna llena, en días de sol radiante, en lugares comunes...y os sentaréis en una piedra del camino, a compartir emociones, a miraros con ternura, a recordar lo que fué, a sencillamente sonreiros y saber que cada uno continuará mañana, a su ritmo, lo que queda del camino.
 
¡Buen camino, peregrinos!


 
Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero..., sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos,
decía el príncipe Hamlet, viendo
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera... menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.

Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros. (León Felipe)
 
Paz de Santiago. Luis Pastor y Lourdes Guerra
 

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