Si existe una época del año que
tenga más detractores o defensores, esa es la Navidad. No nos ponemos de
acuerdo y hay quién ve en esta época del año consumismo exagerado, prisas y
estrés por llegar a tantos y tanto compromisos, cenas, comidas…atascos y más
atascos, ruido, mucho ruido y gente en las calles, en la carretera, en el lugar
que elegimos para pasar unas vacaciones que esperábamos fuesen tranquilas y
descansadas. Para los defensores esta es
una oportunidad de volver a encontrarse con personas queridas, de volver al
hogar, de recrearse en el placer de la comida, de descansar….Y es que todo
depende de dónde ponemos nuestro foco al mirar, de nuestra actitud. La Navidad es una época de celebraciones, de
encuentros…y podemos vivirla desde la queja, porque es siempre lo mismo o desde
la creatividad y la autenticidad.
Si nos quejamos de que tenemos
que ir a las cenas de siempre, a quedadas con amigos que no nos apetecen, a esa
comida en familia con personas que no nos gusta, si vamos a comprar los regalos
de reyes ya con mala cara, agobiados por las colas que hay en las tiendas…si
resulta que escogemos esos días para irnos a estrenar la temporada de esquí y
nos ponemos malos sólo con pensar en la gente a la que también se la ocurre lo
mismo…si nos obligamos a estar sonriendo cuando en realidad sentimos
tristeza…entonces, está claro, estos no van a ser uno días especiales. Nuestra
atención está puesta en lo negativo, estamos haciendo lo que el resto del
rebaño hace, nos dejamos llevar por lo que “tiene que ser”, vivimos la Navidad
en piloto automático.
¿Y qué pasaría si elegimos vivir
esta Navidad desde la...?
Creatividad para hacer una Navidad diferente, la Navidad que yo
quiero. Si la creatividad es la capacidad de adaptarnos al medio a través de ideas que aporten valor,
que nos ayudan a solucionar problemas o aquello que nos gusta, desde otro
lugar, aportando ideas que salen de nosotros y que hacen que vivamos en este
mundo de forma más amable, incluso más divertida y armónica, cómo vivimos la
Navidad es en gran medida, responsabilidad nuestra. Si no estoy de acuerdo con ese consumismo
exagerado que parece imperar en estos días, yo busco otra forma de celebrar la
Navidad. Proponer a tus amigos un encuentro diferente, que no tenga que ser en
un restaurante, porqué no una pequeña marcha por el monte, con una exquisito
bocata de jamón y tomate para almorzar…o visitar un museo o ir a un concierto
todos juntos…o ver una obra de teatro…juntarte en casa y ver una peli
juntos…tantas y tantas opciones! ¿Te atreves a salirte del rebaño, a proponer
alternativas diferentes, divertidas, creativas?
Consciencia: Esta es una época para celebrar. Y Celebrar es Apreciar,
dar sentido a lo que sucede, a lo que haces. Es un acto íntimo, de reconocimiento, de unión
con lo que está siendo, con quien está siendo. Cuando estés con tu familia, con
tus hijos, con tus amigos, celébralo. Hay tanto que celebrar!! Que estáis
juntos, que os reconocéis, que un año más podéis juntaros a celebrar la vida, a
recordar vuestra infancia, esos momentos que compartisteis, que fueron únicos,
que hicieron sentiros personas queridas, que cada vez que las recordáis años
tras año, os partís de risa por las mismas anécdotas, que os sube un escalofrío
de ilusión al recordarlas…Eso es poner consciencia.
Incluso cuando hacemos esos regalos de reyes a las
personas queridas, cuando toca pensar en qué regalar aquí también podemos poner
consciencia! Valorar el tiempo que estamos pensando en el otro, para encontrar
ese regalo que haga que sus ojos brillen de ilusión al abrirlo (y si tú has
dedicado este tiempo, piensa que el que te regala a ti, probablemente también).
Podemos crear y hacer ese regalo con nuestras manos y nuestra imaginación…o
podemos comprarlo. Incluso aquí, también podemos poner consciencia y comprar en
nuestro barrio, en locales pequeños, apoyando proyectos y sueños. Nuestro
dinero es energía y allí donde ponemos éste, estamos diciendo que esto nos
gusta, que es nuestro modo de apoyarle en su sueño.
Autenticidad y valentía: para ante todo, respetarte y mostrarte a
los demás tal cual eres. Y si realmente no te apetece ir a esa fiesta a la que
te han invitado, si no te sientes animada/o para participar en grandes
celebraciones, dilo. Respétate a ti mismo por encima de todo. No es egoísta, es
ser honesto, honesta, contigo y con los demás. Se necesita ser valiente para
hacerlo, y lo más probable es que no pase nada, que las personas que te
quieren, entiendan y respeten que hayas elegido no ir. Sentir que te respetas,
que has sido fiel a ti mismo, es una de las muestras de amor más grandes hacia
uno mismo y hacia los demás. Sinceramente, a mí me gusta que la gente que elija
estar conmigo, celebrando, lo haga porque le apetece, porque se siente a gusto,
sino, prefiero que no esté, será que no es su día, que elije estar conmigo en
otro momento, tántas cosas…si lo ves con amor y respeto, todo es perfecto.
Y valentía también para
permitirte estar triste. La tristeza es la emoción de la creatividad, de la
creación. Es la emoción que nos da la oportunidad de conocernos a nosotros
mismos, de ensimismarnos. Uno se tiene que ensimismar, pasar tiempo en el
desierto, vivir su “noche oscura del Alma” para desde ahí, llegar a la Alegría.
Así que también puede ser tiempo de sentir tristeza, melancolía. Permítete
vivir la Navidad desde ahí también, si así lo sientes!
Ilusión y emociones: ¿Qué recuerdos tienes de tu Navidad cuando
eras pequeño? Yo recuerdo los días en Pradoluengo, con mis hermanos y mis
primos, mi padre y mi tío nos llevaban al monte y allí jugábamos con los sacos
de plástico a “volar” por la nieve,
recuerdo el chocolate que mi tía nos preparaba por las mañanas para
desayunar, los juegos alrededor de una cocina de leña, las sesiones de
películas de risa, el fin de año todos juntos, las actuaciones que preparábamos
para nuestros padres, abuelos, tíos…recuerdo la noche de reyes, la ilusión, la
impaciencia, los calcetines preparados, los gritos de ilusión al descubrir los
regalos, el olor a antorcha que dejaban los pajes cuando llegaban al pueblo, la
magia en estado puro…no recuerdo ni un solo regalo (bueno sí, mi primera bici
azul) y sí lo que sentía entonces. Y es que Re-cordar, dice Luis Emilio Oliver,
es traer el sentir. Y sólo recordamos aquello que nos hizo sentir, recordar es
traer el sentir a la mente y al corazón. ¿Quieres que estos sean días para
recordar? Siéntelos, vívelos, aderézalos con emociones fuertes, esas que se
quedan en el corazón para siempre, que te hacen sentir viva, vivo, que te
recuerdan que merece la pena vivir intensamente!
Presencia: sobre todo, vivir con presencia. En estos días tenemos
la oportunidad de parar, de vivir junto al fuego de nuestra chimenea, en un
paseo por el monte…dónde tú elijas, momentos de silencio, de escuchar hacia
dentro, de sentirnos. La Navidad es un renacer, es la oportunidad para
Re-Crearnos. De no conformarnos con lo que somos, sino crearnos cada día, desde
el recuerdo de lo que somos. Cuando vayas a esa cena en familia, cuando estés
con tus hijos estos días de vacaciones o con tus amigos o compañeros de
trabajo, o en la cocina preparando la comida de Navidad o celebrando el fin de
año, estate presente. Date el regalo de sentir la unión y el amor que está ahí
en ti, reconoce al ser humano único que está compartiendo contigo ese momento,
celebra el encuentro, celebra la vida. No hay que hacer nada extraordinario,
quizás tan sólo conectar con ese Amor con mayúsculas que en esta época del año
está más presente, sentir que todos, juntos, somos Universo.
Dice Lao Tse “Todo camino, por
más largo que sea, comienza por un pequeño paso” hagamos que nuestro
pequeño paso sea celebrar esta Navidad de forma creativa, consciente, presente.
Y que no falta la ilusión y la magia. Quizás esto sea lo que nos salve y más
nos acerque al Amor y a nuestra humanidad.
Empecemos a hacer las cosas
conscientemente y porque de verdad queramos hacerlas. No continuemos atados a
compromisos pasados que sólo nos ahogan, a tradiciones que sólo hacemos por
obligación, por lo que dirán o pensarán de nosotros. Vamos a mirar hacia
dentro, a escucharnos, a reconocer nuestras necesidad, a buscar nuestra verdad,
nuestra autenticidad y expresar nuestros deseos auténticos , aquellos que nos
nacen del corazón y nos hacen sentirnos bien. Dejemos que nuestros sentimientos
se expresen, empecemos a ser nosotros mismos sin máscaras, sin ataduras, sin
dudas y sin miedos Podemos hacer que
celebrar esta Navidad sea celebrar nuestro comienzo en la búsqueda interior o
espiritual; puede ser el inicio de una nueva forma de vivir, de ver la vida.
Te deseo una Feliz Navidad, un Feliz Renacer.
(Gracias por el video, Teresa)
Muchas gracias por este bonito artículo.
ResponderEliminarGracias a tí, Dori. Por tus palabras y por tu dedicarme este ratito. Feliz Navidad!
ResponderEliminar